19 noviembre, 2011

Treinta y siete Nubes

Recostados
unidos
sólo por la conversación
en el hemisferio intocable
la imaginación y la verdad fluían a la par.
Cansados
nos desquitábamos con la cama
nos tendíamos en pláticas existenciales
pero reales.
El momento
se tornó trascendental
el tiempo infinito
las palabras evolucionaban
por sí solas
y todo se volvería inerte.
El silencio
fue nuestro mayor eco.

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