02 enero, 2013

Setenta y siete Nubes

Al principio
la emoción se apega a lo sublime
a lo misterioso
a lo insospechado
a lo distinto.
Entre medio
se escandaliza todo
se pierde el control
la éxtasis y la excitación es insostenible.
Al final
la decepción se apega al vació
a la soledad
a la vergüenza de encontrarse ensimismado
de desdoblarse y verse a si mismo
triste y sólo.
Si tenemos un principio
e incluso un entre medio
¿para qué queremos un final?


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